El vínculo que te une a tu verdadera familia no es de sangre, sino de respeto y alegría.
― Richard Bach
Obviando los tapones, los excesos, las celebraciones, y el gasto, ¿cuál dirían ustedes, lectores, es la emoción o el sentimiento más en común en esta época de Navidad? Eso que parecería respirarse, por donde quiera que uno va. Y que es común con la época de San Valentín. (Ya con esto último les di una pista del desarrollo de mi tema.)
No sé que opinan ustedes, pero para mí, se siente el “amor” en el aire. Hasta en los múltiples grupos de Whatsapp puedo palpar el sentir, y la fraternidad, que muchos llamaríamos amor.
Parecería que lo que más se respira es el “amor” y la generosidad. Es la época del re-encuentro, del compartir, de la celebración y la alegría.
¿Es este "sentir" de la época perdurable en el tiempo, o es algo que solo sentimos?
Permítanme entonces, volver a amasar el término una vez más. El amor, en su definición más práctica y esencial es verdadera aceptación. Y ¿qué significa realmente aceptar? ¿Es seguir la corriente? ¿Es “hacerse el chivo loco” con la gente? Mi respuesta a eso es que sí es eso, y mucho más.
Mi inquietud y hallazgo personal de este tema del amor es que estamos años luz en realmente conquistarlo, y es que si no le ponemos real atención, estaremos alejándonos de ese bien supremo y mandato divino de amar.
Me toca observarlo todo el tiempo en mi oficio, en el comportamiento y las reacciones de las personas, y me he dado cuenta que el aceptar se echa a un lado cuando alimentamos las expectativas que tenemos del otro.
Esperamos que nuestros hijos tengan ciertas características, esperamos que nuestras parejas sean de tal o cual forma, esperamos que nuestros padres dejen de hacer algo, esperamos que el empleado tenga esta u otra característica, y en ese proceso, nos desilusionamos, nos preocupamos, y caemos en un círculo vicioso, que nunca nunca tendrá conclusión.
Y aquí aprovecho para dejarles una verdad esencial, más sin embargo no obvia, todos somos diferentes, totalmente diferentes, por más genética similar que tengamos. Si han escuchado la teoría de que dos copos de nieve no pueden ser idénticos (y de esos hay más que gente) y que cada uno tiene un diseño diferente, cuanto más nosotros los humanos que de por si somos más complejos en física, en emocionalidad y espiritualidad podremos ser diferentes uno del otro.
Y con esta atrevida analogía mía de los copos de nieve con los humanos, quiero también recordarles que al ser todos y cada uno diseñados de forma diferente, tenemos una razón diferente, visible o no ante nuestros ojos, y aquí entra la aceptación, la aceptación es sabernos y reconocernos diferentes, y en esa aceptación el respeto.
No hay forma en la que podamos cambiar radicalmente una persona, más sin embargo, con nuestra auténtica aceptación y apoyo, podemos dejar que germinen de forma natural y orgánica sus mejores frutos. Esto va en doble vía, tanto para padres hacia hijos, como para para hijos hacia padres, y así con todas las relaciones que tengamos en nuestro día a día.
Que el significado del amor se convierta en nuestras mentes y corazones en real aceptación del otro. Cuando sintamos esa fuerza resistente en nuestro interior hacia los demás, por “ser diferentes”, dejémosla ir, ya que de todas formas no nos sirve de nada… y nos aleja en esencia de nuestras familias. Recuerden también que no es lo mismo disciplinar y enseñar, que querer cambiar.
Haciendo un pequeño ejercicio mental y consciente de sustituir el amor por la aceptación, ¿qué nuevo sentido adquiere esta cita bíblica en ti?
El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 1 Corintios 13:4-7 (NVI)
Y para hacer de esta reflexión algo más tangible y posible en nuestras vidas, me surgen las siguientes preguntas:
¿Qué te parece si un día en lugar de decir “Te Amo”, dices “Te Acepto”?
¿Cómo sería aceptar a tu hijo para ti? ¿Cómo sería aceptar a tu madre y padre para ti?
¿Cómo lo harías? ¿Qué harías nuevo? Y ¿qué cosas dejarías de hacer para aceptarlo(a) más?
¿A quién quieres aceptar más en tu vida, que hasta ahora no lo has hecho?
Ama (acepta) más en este día, y todos los días… Mientras más lo hagas, más fácil se hará el aceptar, y verdaderamente amar.
Con mucha aceptación,
Elisa